"Ejercicios de acuarela, de alumnos y ex alumnos de la Escuela de Artes y Oficios de Vitoria-Gasteiz."
Después de varios años de aprendizaje hemos formado un grupo de trabajo sólido "GRUPO ON-ACUARELA" con el fin único de seguir creciendo en la práctica de la acuarela.
Aquí seguiremos mostrando nuestras obras, espero os gusten y que las disfrutéis tanto como nosotros.

ESTILO DEL FANTASMA






Ya por añejos vinos, 
corre sangre, corren caballos negros, corren sollozos, corre muerte, 
y el sol relumbra en materias extrañas. 
Sobre el fluir fluyente, abandonado, entre banderas fuertes, 
sujeto tu ilusión, como un pájaro rojo, 
a la orilla de los dramáticos océanos de números; 
y, cuando las viejas águilas, 
atardecen tus pupilas de otoño, llenas de pasado guerrero, 
y el escorpión del suceder nos troncha la espada, 
mi furiosa pasión, 
mi soberbia, 
mi quemada pasión, 
contra "la muerte inmortal", levantándose, frente a frente, 
enarbola sus ámbitos, 
la marcha contra la nada, a la vanguardia de aquellos ejércitos tremendos, 
en donde relucen las calaveras de los héroes. 
Si, el incendio en las últimas cumbres; 
guarda las lágrimas en su tinaja el vendimiador de dolores, 
y sopla un hálito como trágico, 
de tal manera ardido y helado, simultáneamente; 
suena el miedo, de ser, entonces. 
Encaramados a todos los símbolos, 
feas bestias, negras bestias nos arrojan fruta podrida, cocos de tontos y obscuras imágenes hediondas, 
y los degeneras de verula, 
vestidos de perras, 
largan amarga baba de lacayos sobre nosotros; 
es, amiga, la familia del mundo, 
no, es la flor del estiércol, es la flor, es la flor morada y rabiosa de la burguesía; 
pero a la medida que nos empequeñecemos de años y de llantos, para bajar hacia la montaña de abajo, 
y la figura de la verdad nos marca la cara, 
avanzan hijos e hijas, retozando la historia, derrochando, derramando 
grandes copas dulces, y el vino y la miel rosada de la juventud, se les caen 
como la risa a la Rusia soviética; 
tú y yo nos miramos y envejecemos, porque nos miramos, 
y porque el arte patina las cosas, 
levantando su ataúd entre individuo e infinito. 
Ahora, si nosotros nos derrumbamos, 
con todo aquello que nos amamos y nos besamos, mutuamente, cargados de vida, 
y en lo cual radicó el honor de la existencia, 
va a ser ceniza la figura del sexo y de la lengua y del pecho y del corazón, que ya alumbra, 
y en los pies estará todo el peso del mundo, 
y ya nos vamos llegando, aproximando a la órbita, llenando de dispersión, colmando sombra, 
y tu belleza batalla contra tu belleza... 
Emigran las golondrinas desde tu pelo de pueblos; 
el tiempo de las cosechas del trigo y el vino 
flamea en tu corazón cubierto de huevos de tiempo y manzanas, 
Emigran las golondrinas desde tu pelo de pueblos; 
el tiempo de las cosechas del trigo y el vino 
flamea en tu corazón cubierto de huevos de tiempo y manzanas, 
es decir, como tarde, cuando la tarde arrea sus rebaños; 
nosotros dos, nosotros, cómo nos morimos, y cómo, 
en ti la niña marchita, tan linda, 
entristece de dignidad feliz a la mujer hermosa y profunda, como un carro de fuego, 
en mí, el adolescente agresivo y estusiasta, 
yace en este animal desesperado, con pecho tremendo, que agita la dialéctica; 
país de soledad, adentro del cual golpea y revienta el océano, 
y es una enorme isla, tan pequeña, que da espanto, y gira rugiendo, 
porque dos criaturas están abrazadas; 
huele a agua mojada, a paloma amarilla, a novela, a laguna, a vasija de otoño, 
y un horizonte de suspiros y sollozos 
suspende una gran tormenta sobre las nuestras cabezas; 
el pájaro pálido de las hojas cedas 
aletea a la ribera de los recuerdos, entre los braseros arrodillados, 
y retornan las viejas lámparas del pretérito, 
la angustia resplandece, como una virtud, en nosotros, 
y el terror de los proletarios abandonados 
nos raja el pecho, desde adentro como con fuego tremendo. 
Imponente como la popa de un gran barco, 
amarillo y espantoso de presencia, 
el sol inicia la caída definitiva, tranco a tranco, como el buey de la tarde eterna; 
besos de piedra, 
todas las máscaras de dios se despluman, 
y caen destrozados los penachos; 
un ataúd de fuego grita desde el oriente.

Pablo de Rokha

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